domingo, 6 de julio de 2008

Características pedagógicas de los asesores de contenido del CEA 04 Tuxtepec. Formadores o docentes 2a. Parte.



Las características pedagógicas de los asesores
de contenido en el CEA 04 Tuxtepec.
Docentes o formadores.
2a. Parte.


Distintas perspectivas del formador.

La idea del docente formador también está sujeta a una diversidad de criterios que surgen principalmente en el seno de los diversos modelos pedagógicos que han orientado la labor educativa a lo largo de las últimas décadas. Pues, para cada uno de los modelos pedagógico las características del formador adquieren orientaciones particulares acordes con los principios ideológicos que les sustentan. Así, es necesario conocer cómo en cada modelo se hace una idea del formador. Cabe señalar que se tomaran para este comparativo los modelos pedagógicos que han impactado más a la praxis en nuestro país a decir de Loya (s.f.) y que son:

· Modelo de las Adquisiciones Académicas.
· Modelo de la Eficacia Social o Técnico.
· Modelo Naturalista.
· Modelo Centrado en el Proceso, Modelo Crítico.
· Modelo Reconstruccionista Social.
· Modelo Situacional.

A continuación conoceremos brevemente como se concibe en cada modelo pedagógico la idea de formador para finalmente distinguir las diferencias.

El formador desde el Modelo de las Adquisiciones Académicas.

Según Ferry (1990 cit. En Loya s.f.) en el Modelo de las Adquisiciones Académicas al formador se le concibe de la siguiente manera:

Como un intelectual que domina las disciplinas científicas con la finalidad de impartirlas. Entonces, el profesor genera prácticas en las que se aplique la teoría disciplinar y su propia didáctica para trasmitirla. En este sentido, la formación consiste en adquirir el saber, la técnica, las actitudes, el comportamiento, con la finalidad de saber trasmitirlos. La lógica interna es la didáctica racional acompañada de adiestramientos sistemáticos y de controles por etapas.

Con relación a este modelo Liston y Zeichner, (1990 cit. En Loya s.f.) marcan que “El aprendizaje se organiza en función de resultados constatables o medibles cuya obtención define la competencia para enseñar del buen profesor”.

El formador desde el Modelo de la Eficacia Social o Técnico.

En lo que respecta al formador visto desde el Modelo de la Eficacia Social o Técnico Loya (s.f.) señala que:

El profesor es el ser pensante que adecua la intervención tecnológica a las diferentes situaciones problema de la enseñanza y del aprendizaje exclusivamente. Shon (1987) llama a este proceder racionalidad técnica y Habermas (1981) razón instrumental de la práctica social. El propósito formativo obedece a la elección y operación de medios para lograr objetivos que se predeterminan por los especialistas del diseño curricular. La formación, por lo tanto, es instrumental, técnica, para la aplicación de los recursos o medios para la consecución de los objetivos. En este sentido, la práctica educativa como intervención tecnológica, la enseñanza como proceso-producto, el profesor como técnico y la formación por competencias son enfoques incluidos en la concepción epistemológica de la enseñanza como racionalidad de orden técnico.

El formador desde el Modelo Naturalista.

Desde el punto de vista del Modelo Naturalista podemos referir, según lo señalado por Loya (s.f.) que:

Este enfoque emana de la concepción naturalista del desarrollo de los niños, cuyos principios son fuente y finalidad de la formación de los profesores; es decir, la comprensión de los principios evolutivos constituye la preparación para la docencia. Lo representan las escuelas denominadas de la nueva pedagogía surgidas a finales del siglo XIX y a lo largo del XX, periodo caracterizado por la investigación y producción teórica sobre la infancia desde diferentes disciplinas como la psicología. Stanley Hall en EEUU, Montessori en Italia, Decroly en Bélgica, Piaget en Suiza.

Al respecto Liston y Zeichner (1990 cit. en Loya, s.f.) agrega que:

Los dispositivos o programas de formación de los profesores obedecen entonces al desarrollo de tres áreas: la investigación de la naturaleza del niño, la creación de un ambiente que facilite su desarrollo y la investigación para promover la actitud experimental del profesor en la práctica.

Así, el formador desde esta perspectiva debe ser un amplio conocedor del desarrollo intelectual de su aprendiz, se puede decir entonces que el proceso educativo está orientado por el que aprende y su evolución natural, desde la cual el formador debe ser capaz de intervenir enseñando.

El formador desde el Modelo Centrado en el Proceso.

Por otro lado, desde el Modelo centrado en el Proceso, la idea del formador se concentra en la posibilidad y capacidad que el educador tiene para acompañar al proceso de enseñanza con experiencias propias, pertinentes y significativas que haya cosechado en los ámbitos de su desarrollo humano, intelectual o profesional.
Ferry (1990) considera respecto a la tarea del formador en este modelo que “la formación no obedece a la aplicación técnica o adquisiciones científicas (sino a la transferencia), del saber hacer adquirido en la experiencia formativa, el cual constituye una herramienta para afrontar otra situación en la que se tiene que participar profesionalmente”.

Así, el formante se aprecia como un individuo particular que procesa sus experiencias. Y se considera que el comportamiento del formador, como las estrategias y materiales para la enseñanza, no generan directamente el aprendizaje sino la aprehensión que hace el formante de las situaciones vividas. Las experiencias constituyen el método, pero la teoría apoya la formalización de estas y permite la apertura del campo de representaciones y anticipación sobre otras experiencias. Una de sus fuentes teóricas, el psicoanálisis. Loya (s.f.).

El formador desde el Modelo Crítico.

Del formador en el Modelo Crítico se dice que debe estar encauzado a la detección y el cuestionamiento de aquellas teorías y praxis que respalden posturas alienantes y restrictivas para un ámbito social y ante ello tenga la capacidad para proponer ideas y prácticas que permitan revalorar libremente y desde sus características más esenciales a la tarea educativa para lograr desde ahí una acción liberadora del contexto.
Debe, entonces, el formador ser un profesional de la educación con capacidades de pensamiento crítico que pueda, de manera congruente, sujetar a ese mismo espíritu crítico el contextos integro de la educación en la que se ve inmerso y contar, además, con la disposición para actuar en relación en trasformación de lo se critica.

El formador desde el Modelo Recosntruccionista Social.

Dentro del Modelo Reconstruccionista Social, Loya (s.f.) concibe al formador como un elemento coadyuvante, desde su contexto, en la construcción de una sociedad más justa en la que el bien común se sobrepusiera a los intereses particulares, basándose en una filosofía social y educativa creada desde este planteamiento y sobre la cual los educadores conciban las formas en la que desde la escuela se debe visualizar, comprender y enfrentar las desigualdades sociales, incluyendo con ello a los participantes del proceso en un compromiso con su realidad.


El formador desde el Modelo Situacional.

También es necesario comprender las características que del formador se establecen en el marco del Modelo Situacional, al respecto del cual Laurence y Stenhouse (1987 cit. en Loya, s.f.) plantean lo siguiente que “el objetivo de la formación es -saber analizar-, entendido como aprendizaje privilegiado que organiza la acción y promueve otros aprendizajes”.
En este tenor Loya (s.f.) reconoce al respecto de la educación y, por tanto, de la tarea del formador que:

Es un proceso al cual se expone el formante al enfrentar la singularidad de las situaciones en las que se ve implicado como educador; de tal manera que los efectos formadores son parciales e inesperados porque surgen de la relación que establece el sujeto con la realidad y no de alguna programación preestablecida y controlable. La formación, entonces, se fundamenta en lo imprevisible y lo no dominable.

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